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La estética simbolista de Rusiñol y la mirada modernista que adquiere Palau
se observa en una manera diferente de plasmar el paisaje, en la que el naturalismo
y el preciosismo ya no están vigentes. Sus paisajes muestran lugares concretos,
pero su pincelada ya no se detiene en los detalles que observan metódicamente
la realidad, sino que exploran lugares recónditos, bellos, casi de un primitivismo
mediterraneísta no exento de una quietud contemplativa, plácida y poética, alejada
de aquellas agitadas marinas de su juventud, o de la mirada analítica de sus paisajes
andaluces o de la luminista posterior. |