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Por mucho que se empeñen algunos agentes culturales bienintencionados y otros ciudadanos despistados, la Economía y la Cultura no son más como el aceite y el agua sino que combinan tan bien, que a veces uno piensa: “si están hechos el uno para el otros... cómo no nos habíamos dado cuenta antes”. Y esta buena mezcla es buena para la Economía y es buena para la
Cultura. Es buena para la Teoría Economía por que precisamente el análisis de los fenómenos culturales nos obliga a asomarnos a los economistas a la frontera abisal de nuestra disciplina. |