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El retraso sindical en afrontar los nuevos tiempo es, en su mayor parte, responsabilidad de un
pensamiento radical que quedó desorientado en 1989, tras la caída de la URRS y su imperio en el
este de Europa. Aunque la falta de sintonía entre lo que allí ocurría y lo que aspiraban los
trabajadores europeos fuera perceptible desde mucho antes, y en especial desde que, en los años
1950 los propios trabajadores de esos países se rebelaran contra un estado de cosas que chocaba
brutalmente con el discurso oficial. |