Sociabilidad además identitaria. Las muixerangues son una manera gráfica y rotunda de poner en acto la cultura propia, de hacerla performativa, de convertir la actuación -tan cercana al teatro de calle por otro lado- en un ritual colectivo. Se trata de sociabilidad, además, en red. Un aspecto que destacan sus componentes es que las relaciones entre las asociaciones es excelente, sin que se vea enturbiado por la competitividad. Las trobades y las diades son eso, encuentros, y no competiciones. Además, esta red se imbrica con la sociedad civil de sus ciudades y de sus comarcas, participando en actividades y acciones reivindicativas de ámbitos distintos. Muchos de sus componentes son también miembros de otras asociaciones con las que se mantienen los vínculos y las coincidencias. La muixeranga entre la multitud es en cierto modo su emanación y su culmen, la expresión de su propia voluntad de remontarse por encima de sí misma. Espectadores y ejecutantes participan entonces de la íntima vibración compartida. Y es que no sólo es cultura popular en acto, también es cultura popular hecha cuerpo.