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Desde hace unos años es evidente la creciente dificultad para intervenir desde los servicios sociales ante situaciones que se presentan en un contexto de multiplicidad e inestabilidad. Esta realidad, tradicionalmente concebida como una expresión de la complejidad de la sociedad, puede ser también observada desde un enfoque particular y poco conocido de los problemas sociales: el de los wicked problem, que nos acerca a otra forma de entenderlos. Sus cualidades nos llevan a reflexionar sobre la posibilidad de que coexistan ciertos límites en la capacidad de las organizaciones y profesionales para obtener resultados que mejoren significativamente las situaciones a las que se enfrentan. Al mismo tiempo vemos en esos límites la oportunidad para ampliar y mejorar nuestras capacidades y destrezas mediante la utilización de una poco conocida estrategia de investigación: la autoetnografía. Gracias a ella es posible escrutar en la memoria de nuestra experiencia profesional para identificar los problemas a los que nos enfrentamos y desarrollar el talento que muchos trabajadores sociales poseemos.
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