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El objetivo de esta contribución consiste en estudiar dos dimensiones de la herencia griega en Europa: la ciudadanía democrática y la gestión de la alteridad. Para ello se citan ciertos pasajes de la Guerra del Peloponeso de Tucícides, por lo que atañe a la primera dimensión, y una pieza de Esquilo por lo que atañe a la segunda. Evitando a la vez la sobreestimación y la subestimación de la experiencia ateniense, su aportación a la ciudadanía activa y la democracia deliberativa queda matizada por la importancia de las prácticas oligárquicas. De modo similar, la primacía de lo autóctono frente a la barbarie del Otro queda desmentida parcialmente por la atención sensible hacia el extranjero perseguido. El pasado griego es muldimensional o contradictorio. Debe ser analizado de manera mesurada y sobre todo es cada vez más urgente para Europa trascenderse a sí misma, sobrepasando al mismo tiempo esta imagen simplista de una Grecia idealizada.
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